Dolor crónico por estrés y ansiedad. Las dos caras de la misma moneda

Hoy nos salimos un poco de las temáticas habituales del blog y tenemos un artículo de una invitada muy especial y que va a aparecer por aquí muy a menudo. 

Ella es Marina Bermejo. Es enfermera y está preparándose para ser fisioterapeuta. Además estoy seguro de que lo hará muy bien.

Nos va a hablar sobre algo que a muchos de nosotros nos ha traído de cabeza en algún momento: el dolor.

Así que me dejo ya de presentaciones y te dejo con Marina:

El dolor parece muy sencillo de entender: si te duele algo es que tienes algo mal en tu cuerpo. Pero en realidad es como la caja de pandora: no sabemos que hay dentro o que nos vamos a encontrar.

Además, la explicación que voy a dar la podemos extrapolar a cualquier ámbito de nuestra vida: desde la ansiedad por la comida hasta una ruptura amorosa.

Espero que el post te enriquezca tanto como a mi escribirlo. 

 

¡Empezamos!

¿Qué vamos a ver?

¿Qué es el dolor?

Podríamos buscar 200 definiciones de dolor, pero recientemente escuché una que me pareció muy acertada, y es la siguiente: «El dolor es aquello que siente una persona cuando tiene dolor«. Seguro que esperabas algo más científico, pero de eso hablaremos después.

El dolor es muy complejo de entender y de explicar. Así que, si presentas dolor crónico, no te frustres. No estás solo. De hecho un 20% de la población mundial presenta dolor crónico. Y ese porcentaje equivale a mas de 5 millones de personas en el mundo.  Y sobre todo, recuerda: tu dolor es real. No estás loco y mucho menos te lo estás inventando.

Seguro que, si no eres tú, tienes alguien cercano a quien identifiques con esta situación:

Te duele la cabeza (por ejemplo, porque tienes migrañas), y decides ir al médico o a otro profesional.

Te hacen pruebas y te prescriben un tratamiento.

Sigues el tratamiento al pie de la letra.

No funciona, así que te hacen más pruebas y buscan otro tratamiento.

Y así es como entras en un bucle de pruebas y tratamientos sin llegar nunca a la solución definitiva.

Esto hace que las personas con dolor crónico se frustren, tiren la toalla y además puedan caer en una depresión, ya que nadie les entiende.

Lo entiendo perfectamente, vivir preguntándote de dónde viene tu dolor es muy duro. Puedes llegar a identificarte con una persona que tiene migrañas, o que tiene dolor de espalda, y eso no hace más que limitar aún más tu vida.

No siempre que tienes dolor te has hecho daño, pero vuelvo a recordarte que tu dolor es real.

 

Diferencia entre dolor crónico y agudo: ¿Qué ocurre cuando te clavas un clavo?

Cuando nos clavamos un clavo, lo máximo que vamos a conocer es lo que percibimos: dolor. Y bueno, si no eres un vampiro, posiblemente sangres y la zona se te inflame y enrojezca. 

Pero imagina que eres un violinista profesional. ¿El dolor será igual si te clavas un clavo en el pie que si te lo clavas en la mano?

La inflamación aguda es un sistema de reparación que nuestro cuerpo emplea siempre que existe un daño. 

Para que lo entiendas mejor, pongo un ejemplo:

Imagina que tu casa es derribada por un tornado. Todo se llenará de escombros, maleza y tú te sentirás triste y dolorido por perder tu casa.

Lo normal sería que llamaras a un arquitecto, albañiles e incluso fontaneros. Todos ellos ayudarán a limpiar los escombros y a reconstruir todo esto. Pero claro, aun así seguirás sintiéndote mal, triste, y con la incertidumbre de si recuperarás tu hogar. 

Y te sentirás así hasta que compruebes que has recuperado tu casa.

La inflamación aguda es igual:

  1. El sistema nervioso manda información al cerebro y al resto de nuestras células para ir poniendo en marcha el proceso de reparación. Diremos que son nuestros arquitectos.
  2. El sistema inmune será el encargado de inflamar la zona, aumentando la permeabilidad de los tejidos, incitando a la sangre a bañar todo aquello para poder comenzar el proceso de cicatrización. Estos serian nuestros albañiles: plaquetas, macrófagos, nutrientes, agua, etc. Por eso durante una lesión es tan importante mantener un superávit calórico y una ligera actividad de la zona, que podríamos decir, que son los materiales que usaremos para reconstruir la casa.

Por esto no es tan buena idea usar antiinflamatorios y otros fármacos: es como decirle a los albañiles que no vengan todavía a reparar la casa.

Pero… ¿Y el dolor? ¿Y esa sensación de «tristeza»? Del dolor se encarga nuestro cerebro. Si tu cerebro percibe algo como peligroso, te mandará la señal de dolor.

Respondiendo a la pregunta del violinista, probablemente percibirá más dolor si se clava el clavo en la mano que en el pie, porque pone en jaque su medio de vida.

CUANTO MÁS TE IMPORTE, MÁS TE DOLERÁ

¿Qué es el dolor crónico?

¿Alguna vez te han dicho que pasar por debajo de una escalera abierta da mala suerte y has dejado de hacerlo? 

A mí sí. 

Y realmente es porque le estas diciendo a tu cerebro que eso es peligroso para tu supervivencia: acabas de generar una creencia, un miedo.

De ahora en adelante, cada vez que veas una escalera abierta, tu cerebro mandará señales a tus piernas para que vayan por otro camino. 

Lo mismo pasa si tienes la creencia de que los carbohidratos son malos. Cuando los comas, te sentirás mal, te sentirás culpable y sufrirás.

El cerebro es como tu madre: te quiere lejos del peligro (o de lo que él considera peligroso), con la diferencia de que siempre está contigo. 

El dolor es simplemente una señal que dice: ¡PELIGRO!

Es decir, tener dolor es una llamada de atención que te provoca el cerebro para que te alejes de aquello que te está haciendo sufrir o sentir dolor. 

A nadie se le ha ocurrido, después de clavarse un clavo, volver a clavárselo por intención propia. 

Y todo fue por el dolor, no nos gusta esa sensación. Es una manera de que no vuelvas a enfrentarte al peligro.

Es posible que nuestro violinista, después de clavarse un clavo en el dedo de la mano con la que tocaba el violín, no vuelva a acercarse a cosas punzantes, porque el dolor le esta diciendo que es peligroso y que es mejor no jugar con clavos.

Con el dolor crónico pasa lo mismo. 

Imagina que te haces daño en la espalda haciendo una sentadilla.

Desde ese momento asocias las sentadillas a la «lesión» y dejas de hacer este movimiento.

Si en algún momento vuelves a intentarlo, pero vas con la sensación o con el miedo de que te vuelva a doler, posiblemente esto pase, ya que le estas dando a tu cerebro la información necesaria para que vuelva activar la señal de que eso es peligroso.

Entonces…¡Tachan!: DOLOR.

¿Resultado? 

  • Empezarás a activar tu sistema de recompensa: asociarás no hacer sentadillas a sentirte bien, y el dolor se hará cada vez más probable.
  • Cuando veas a gente haciendo sentadillas posiblemente el estado de alarma se active, produciéndote dolor y pensando que eso es lesivo para todo el mundo, no solo para ti.
  • Podría afectar a tus actividades de la vida diaria, desde sentarte en una silla hasta atarte los cordones, limitando cada movimiento, hasta llegar al punto de no querer moverte del sofá porque crees que ya todo se asociará con dolor.
  • Y esto puede acabar incluso en depresión 

¿La solución?

En lugar de huir de ese movimiento, exponte a él de forma progresiva con ayuda de un profesional que entienda tu dolor.

Por eso, muévete, es la mejor medicina

Moviéndote mejorarás la funcionalidad de esos albañiles y fontaneros. Acelerarás el progreso y además disminuirás la sensación de peligro y el dolor. 

Te preguntarás por que disminuirás el dolor si estás haciendo eso que lo causa (moverte). 

Fácil: le estas diciendo a tu cerebro que puedes realizar el movimiento y que te sientes bien. Piensa en la primera vez que montaste en bici: te resistías a ello hasta que comprobaste que eres capaz de hacerlo sin ningún peligro.

Los fármacos son tan solo parches que te alivian el dolor a corto plazo.

Moverse es importante. ¿Por qué sino tendríamos articulaciones, músculos y huesos? 

Si la naturaleza no hubiera querido que te movieras, quizás no tendrías piernas ni brazos. Serias como una planta. 

HUIR DEL DOLOR NO ES LA SOLUCIÓN, SOBREEXPONERTE TAMPOCO.

Por qué el estrés te da dolor de cabeza

No te sientas raro si alguna vez has sentido estrés, yo soy la primera que lo experimenta.

Te preguntarás por qué hablo de estrés en un artículo sobre el dolor. 

Simple: el estrés también es dolor.

Ya sabemos que el dolor no sólo se experimenta en los tejidos, también lo genera el propio cerebro. Por eso el estrés es otra forma de dolor.

Y se manifiesta de distintas maneras:  dándote un atracón, con opresión en el pecho, diarreas, dolores de estómago o palpitación, dolor de cabeza, etc. 

¿Qué nos esta queriendo decir toda esta situación?

Las neuronas mandan información al cerebro sobre lo que perciben nuestros sentidos, pero el cerebro las interpreta de una manera u otra al integrarlas con la información que ya tiene.

Pues atento a lo que viene ahora:

Cuando tenemos un examen, nuestros pensamientos están dándole la lata todo el rato a nuestro cerebro: 

«No sé si aprobaré» 

«No me da tiempo» 

«Esto va a salir mal» 

Quizás hayas estudiado lo suficiente como para aprobar el examen pero, ya con el simple hecho de tener estos pensamientos, estas predisponiendo a tu cerebro de que todo va a salir mal, entonces ¿qué ocurre? 

Que saldrá mal. 

Recuerda que tu cerebro tan solo quiere protegerte de lo que te hará sufrir y el examen te está haciendo sufrir. 

Entonces, aparece la señal de alarma: ansiedad, migrañas o dolor de espalda.

«¿Qué tiene que ver todo esto con el dolor crónico? ¿Y el estrés?» Te preguntarás. 

El estrés agudo es esa respuesta que da nuestro cerebro cuando percibe el peligro en un momento determinado.

Cuando en la antigüedad te enfrentabas a un león, tu cerebro ponía en marcha los mecanismos que te permitían huir del animal. Es decir, a tus músculos les llegaba mayor cantidad de oxigeno y nutrientes para favorecer la contracción muscular.  

En cambio, el estrés crónico es una sensación de peligro constante, que reforzamos con el exceso de estímulos y pensamientos en el tiempo. 

Cuando mantenemos ese estrés en el tiempo, como el músculo no han recibido la señal de «CORRE», se quedan contraídos esperando a la orden.

Así es como nace el dolor crónico o la famosa «contractura» 

Personas que tienen dolor de espalda, fibromialgias, contracturas, dolor de rodilla, etc. y que no entienden el por qué de su dolor, posiblemente sea por el cúmulo de estímulos que le están dando a tu cerebro sobre tu entorno. 

Imagina que eres nuevo en el trabajo. Que además ese trabajo no te gusta. Tan solo lo haces para ganarte la vida y poder cubrir tus necesidades. Además eres una persona insegura y posiblemente vayas predispuesto a que la gente de ese trabajo se porte mal contigo porque consideras que eres un inútil y todos hablarán mal de ti. 

Lo que ocurrirá es que todas esas premisas se cumplirán:

– Te considerarás un inútil y no pondrás empeño en aprender.

– Eso reforzará que te dé miedo de ir a trabajar y no relacionarte o pedir ayuda a los demás.

– Y que esto te producirá ansiedad, tristeza y, seguramente, dolor.

Es decir, tu cerebro activará el estado de alarma porque le estas diciendo que el mundo es peligroso para ti durante todo el tiempo.

Resumiendo: tus pensamientos son más poderosos que una lesión

La lesión se soluciona en un par de semanas porque es parte del proceso para que vuelvas a la normalidad. Los obreros no tardan mucho tiempo en arreglar tu casa.

Pero teniendo pensamientos negativos, la lesión posiblemente nunca cicatrice, de hecho, puede reforzar que empeore. 

Tu cerebro hace más caso de lo que tú quieres decirle, que de su entorno. 

Quizás te estén surgiendo muchas dudas, y te entiendo. Es que esto daría para un libro. De hecho, existe y es de donde he cogido toda la información: «Explicando el dolor»

Hilando un poco todo lo que he explicado en los apartados anteriores, ya sabes cual es el significado de dolor y cómo reforzamos el estrés.

Y que, si estas dos cosas se dan a la vez, puede producirse lo que llamamos dolor crónico.

DOLOR NO INDICATIVO DE LESIÓN, NI LESIÓN ES INDICATIVO DE DOLOR

Pero recuerda: el dolor es real.

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Conclusión

En realidad he dado pinceladas sobre cómo y por qué tenemos el umbral de dolor mas alto o bajo.

Para que quede más claro, hago un pequeño resumen:

Cuando tienes dificultad o miedos para hacer actividades que te gustan o simplemente actividades que incluimos en nuestro día a día, como dar un paseo o dar un abrazo a niños pequeños, es posible que tengas un problema interno que tienes que resolver.

Hemos normalizado el estrés y el dolor. Y tener dolor o estrés CRÓNICO no es normal.

Obviamente, son señales de alarma importantes que nos ayudan a alejarnos del peligro e incrementan nuestra supervivencia. Pero recuerda que la alarma del coche a veces suena sin que vayan a robarlo.

Imagina que no sientes dolor cuando pones la mano encima de un fuego de la vitrocerámica. O que no sintieras necesidad de salir a correr cuando una persona te apunta con una pistola. 

Posiblemente pierdas una mano o mueras.

Eso si es normal.

Tengo que decirte que no es tu culpa. Nos han educado para vivir en automático y dar mas importancia a cosas que no son importantes. 

Nos han educado de tal manera, que no te han dado la oportunidad de tener curiosidad por ver como funciona tu cuerpo. 

A mi me sigue pasando a pesar de conocer todo esto. 

Hasta hace poco tenia ansiedad, sufrimiento y malestar cuando me tocaba ir a trabajar o me enfrentaba a otras situaciones. 

Tenia dolor crónico en mi pecho. 

Y yo quería desviar el dolor. No quería enfrentarme a él. 

Hasta que un día llegué a mi casa, me puse a llorar y dije: «no puedo más, creo que me quiero morir».

Desde ese momento decidí pedir ayuda profesional. Y desde luego, no me arrepiento de nada. 

Me empecé a conocer a mi misma y me expuse poco a poco a ese dolor. 

Por eso te recomiendo que, si también te pasa, te escuches. Que pares y entiendas que es lo que está pasando por tu cabeza: pensamientos, recuerdos, creencias, etc. y qué señales te está dando tu cerebro. 

El cerebro es más poderoso de lo que creemos y ni si quiera nos molestamos en escucharlo, llegando hasta tal punto de que te tiene que provocar una sensación de dolor insoportable para que puedas parar y decir: «aquí hay algo que no funciona bien». 

Pero si no paras y sigues huyendo del problema (dolor y sufrimiento), tu cerebro hará otras estrategias, como depresión y dolor crónico.

Por desgracia, nos han enseñado que cuando existe dolor es porque hay una lesión y hay que dejar de moverse. Porque si te mueves dolerá más. 

Lo mismo me ocurrió a mi cuando sufrí mi depresión. Todo el mundo me decía que me quedara en casa, porque así sufriría menos. 

Menos mal que no alimenté a esa creencia, porque sino habría dejado de hacer todo lo que me gustaba y posiblemente seguiría con depresión. 

Lo mismo ocurre con el dolor crónico: escúchalo, conócelo, pide ayuda y muévete. 

Nuestro cuerpo esta diseñado para moverse. Para disfrutar de la vida.

 

Huir del problema solo te dará mas problemas.

 

Si quieres saber mas sobre cómo conocerte mejor o exponerte al dolor de forma progresiva, haré una segunda parte que quizás te sea de mucha utilidad para tu día a día.

Aun así mi mayor consejo, es que si eres una persona que sufre a diario estrés, dolor o miedos, te pongas en manos de un profesional que entienda estas señales de alerta y te ayude a relacionarte mejor con ellas. 

Pues hasta aquí el post de hoy, si te ha gustado y quieres que Carlos me deje escribir más a menudo, deja un comentario un poquito más abajo. 

¡Gracias por leer hasta aquí!

4 comentarios en “Dolor crónico por estrés y ansiedad. Las dos caras de la misma moneda”

  1. Crei k si k carlos deberia dejart escribir sobre esto me ha parecido muy interesante poca gente profundiza tanto se keda en lo superficial esto es fruto d un gran estudio k podria ayudar a la gente k ingnor x falta d inform graciaa bru

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